Billy sufrió durante años la falta de hogar y la adicción cuando, finalmente, clamó a Dios pidiendo ayuda desde la celda de una prisión...
Hubo un tiempo en que Billy tenía todo lo que un hombre puede desear: mujer e hijos, un negocio próspero y una casa y coches preciosos. Por desgracia, también tenía un oscuro secreto: la metanfetamina se había apoderado de su vida.
En un momento de debilidad, Billy probó la droga porque la demanda en su negocio de carpintería estaba por las nubes, no dormía nada y sabía que la metanfetamina le ayudaría a mantenerse despierto y trabajar más. "Pensé que podría manejarlo y salirme con la mía", recuerda Billy. "Me equivoqué. Me costó todo".
La vida de Billy no tardó en sumirse en el caos: su familia perdió su casa y su negocio se vino abajo. Cuando su mujer se enteró, amenazó con divorciarse. Cuando volvió a recaer, en lugar de cumplir su amenaza, la mujer de Billy optó por consumir con él.
Personas sin hogar, cárcel y nuevas esperanzas
Al poco tiempo, la pareja tuvo que ceder la custodia de sus hijos a los abuelos. Acabaron en la calle, sobreviviendo durante años -a veces juntos, a menudo separados- soportando temperaturas extremas, hambre, sed y miseria. Billy fue varias veces a la cárcel, e incluso se escapó una vez. "Todos los policías me buscaban, había helicópteros volando y yo estaba en todas las noticias", recuerda Billy. Encontró a su mujer, ¡pero ella le delató!
Tras una nueva detención, Billy empezó a suplicar ayuda a Dios. Una vez en libertad, llamó a centros de rehabilitación de toda la ciudad, pero ninguno quiso ayudarle, hasta que llegó a Phoenix Rescue Mission.
"Venir aquí fue un gran alivio", dice Billy. "Llevaba tanto equipaje, tantas emociones. Había renunciado a todo y a todos. La gente de aquí me ayudó a escarbar en la raíz de mis problemas y a centrarme en el Señor Jesucristo."
Y continúa: "Los profesores y el personal de la Misión se preocupan mucho por nosotros. Hay oración diaria, devociones, hermandad, compañerismo - todo funciona en conjunto para ayudarnos a mejorar... aquí aprendí que nuestro Señor cuida de mí. Mi vida no tenía sentido antes de esto".
El Señor reconstruye una vida rota
Hoy, Billy está transformado. Trabaja a tiempo completo en la Misión y le encanta ocuparse de los hombres que se recuperan aquí. "Es una verdadera bendición ver a estos caballeros convertirse en mejores hombres para Dios, para sí mismos y para la sociedad", dice. Y lo que es aún más sorprendente, ¡Dios ha restaurado la familia de Billy! "Mi esposa, mis hijos y yo estamos muy bien. Hemos vuelto a ser una hermosa familia".