"Pete siempre fue mi pequeña estrella", dice Nadia, la madre de Pete. Pero cuando Pete estaba sumido en su adicción, ella le preguntó: "¿Por qué eres mi estrellita que no brilla?".
Cuando Pete dio un giro a su vida en la Misión, Nadia se llenó de alegría: "Ahora que ha cambiado, mi estrellita brilla".
Hoy en día, Pete difunde la luz de Dios a otros hombres heridos en el campus - hombres que están experimentando luchas similares a las que Pete una vez luchó. Él está en nuestro programa de Formación Ministerial, con el deseo de devolver de la misma manera que fue ayudado durante sus días más oscuros.
"Poder comunicarme con los chicos es una bendición tremenda", dice. "Lo más gratificante es poder expresar mis sentimientos y mi historia con alguien y no avergonzarme por ello".
Incluso ha compartido su historia en una iglesia local el Día de la Madre con su madre.
"Mamá estaba llorando", dice. "Fue muy emotivo pero gratificante. Tantas oraciones fueron escuchadas".
De hecho, Nadia dice que "nunca perdió la fe en Dios" mientras Pete luchaba contra su adicción. "Le pedí a Dios que hiciera brillar de nuevo mi estrellita".
En Navidad, pensamos en otra estrella brillante, la que iluminó el camino hacia un establo de Belén donde el Hijo de Dios nació en un pesebre.
Gracias a amigos como tú, Pete, Nadia y toda su familia tienen la suerte de volver a celebrar juntos la Navidad.
"Si no fuera por su ayuda, no tendría un futuro al que aspirar", dice Pete. "Gracias por ayudarme en mi viaje".
