Richard creció en una familia militar con 10 hermanos. Vivieron en varios lugares de Europa antes de ser trasladados a la base aérea de Luke. Asistió tanto a la escuela primaria como a la secundaria aquí, en la zona de Phoenix, en la década de 1960, cuando muchos jóvenes seguían el lema: "Si se siente bien, hazlo".
El padre de Richard no estaba muy presente, ya que le gustaba salir de fiesta con sus amigos en su tiempo libre en lugar de pasar tiempo con su familia. Richard consumió varias drogas diferentes con sus amigos, pero la adicción al alcohol es lo que le acompañó durante años.
A pesar de ello, se alistó en el ejército y salió del servicio como técnico. Richard siempre destacó en lo que eligió hacer. Llegó a ser muy competente como técnico quirúrgico y se trasladó a California, donde trabajó con varios cirujanos de renombre mundial en el Cedar Sinai y otros centros médicos de primera categoría.
Cuando el dinero entraba, cometió el error de fumar crack con sus amigos. Este fue el comienzo de su perdición. Fumó crack durante los siguientes 20 años. Como resultado, su mujer se divorció de él y se alejó de su familia. Cuando su hija murió en un accidente de coche en 1999, Richard tocó fondo. Fue saltando de un trabajo a otro y acabó viviendo durante más de seis meses en su coche, que no funcionaba, aparcado en la calle a las puertas de la Misión de Rescate de Phoenix.
Cuando Richard habló con un capellán de la Misión, le quedó claro que un buen hogar, una carrera, una familia y una hermosa esposa no eran suficientes para mantenerlo alejado de las drogas. Fue entonces cuando se inscribió en nuestro Programa de Recuperación de Adicciones para Hombres. Ya había pasado por tres programas diferentes en California, pero ninguno le dio lo que necesitaba para superar sus adicciones.
Una vez en el programa, Richard descubrió que ya no podía culpar a nadie por sus acciones y su vida, sino a sí mismo, y tuvo que aprender a perdonarse de verdad. A medida que su relación con el Señor crecía, el perdón se hizo más fácil. Como él dice: "Nada puede cambiarte como lo hace Jesús".
Richard se graduó del programa en enero, junto con otros cuatro hombres. Está entusiasmado con la nueva vida que le espera. "Lo que Dios me ha dado tengo que devolvérselo a los demás, no sólo aferrarme a ello". Planea volver a la escuela y estudiar para convertirse en un consejero de drogas y alcohol. Quiere que sepan lo mucho que aprecia su apoyo. "Gracias por dar a la Misión y a este programa enviado por Dios. Este lugar nos da esperanza porque Cristo nos da esperanza".